
Que en nuestro país hubo personas que se animaron a soñar por un mundo mejor y fueron torturados, violados, desaparecidos, asesinados.
Que los responsables fueron amparados por una ley que no los permitía ser condenados por los crímenes que cometieron.
Que algunos años después muchos se juntaron y trabajaron para que esa ley se anulara y para que los torturadores y asesinos fueran juzgados.
Que hubo un plebiscito y el miedo por volver al pasado hizo que la ley y la impunidad siguieran en pie.
Que veinte años más tarde todo había cambiado y trabajamos para terminar con esa ley y para que hubiera justicia.
Que juntamos firmas y se llegó a más de las necesarias para convocar nuevamente a un plebiscito.
Que los que promovimos la anulación de la ley éramos en su mayoría jóvenes que no queríamos vivir más en un país con impunidad.
Que luchamos contra los que querían dejar todo cómo estaba porque ya había pasado mucho tiempo.
Que el país se pintó de rosado y creímos que la victoria era nuestra, que la impunidad tenía los días contados.
Que llegó el día y más de un millón de personas creyó que la ley debería ser anulada, pero por poco no se llegó a la mayoría necesaria.
Que no nos rendimos ni lo vimos como una derrota y seguimos luchando para que se haga justicia y por sobre todo, para que nunca haya olvido ni perdón.
Que después de todo entendimos, que lo imposible sólo cuesta un poco más…
Elina Gómez
JPVP
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